-(La aeronavegación de cabotaje ha tenido un crecimiento impresionante desde
su desregulación )-
TARIFAS SOCIALES AEREAS: UNA MALA IDEA EN UN MAL MOMENTO
Firma:Pablo T. Spiller
Catedrático, Universidad de California, Berkeley, y Director, LECG LLC
[ P ]El efecto de la Resolución 35 es el opuesto de lo que el Gobierno debería
estar buscando
** Nota **A través de la Resolución Nº 35/2002 publicada ayer por el
Ministerio de la Producción, el Gobierno acaba de decretar la tarifa social
aérea. Esta resolución implica una supuesta baja de precios para los
residentes de ciudades alejadas de varias provincias que deseen volar ida y
vuelta a la Capital Federal. Si bien esta medida parecería ser bien
intencionada –bajar el costo de movilizarse a la Capital Federal a sectores
sociales supuestamente afectados por la crisis–, el impacto real será
exactamente el opuesto. La Resolución 35 hace que el servicio a ciudades del
interior sea todavía menos redituable de lo que era previo a esta medida. Dado
que la rentabilidad de cada vuelo baja, la frecuencia de los mismos bajará,
por lo que el servicio a dichas provincias será inferior a lo que era hasta
ahora. Más aún, dado que el sector de aeronavegación opera, en principio, en
forma competitiva, el precio promedio de cada vuelo tendrá que cubrir en
promedio los costos de dichos vuelos. Dado que la medida no baja los costos, y
dado que al bajar la frecuencia el costo promedio aumenta, el precio promedio
de pasajes hacia y desde el interior aumentará. Al aumentar el precio promedio,
la demanda por esos servicios bajará, por lo que la frecuencia de servicio
bajará aún más, aumentando, por lo tanto el costo y el precio promedio. Si
bien el precio promedio aumentará, las ganancias de las empresas bajarán en
lugar de subir. Las ganancias bajan simplemente porque la tarifa social hace
que cada uno de esos mercados sean menos redituables. El aumento de precios
simplemente refleja la reducción en el servicio. El efecto, entonces, de la
Resolución 35 es exactamente el opuesto de lo que el Gobierno debería estar
buscando. La Resolución 35 es inflacionaria y recesiva al mismo tiempo.
Aumenta los precios promedios, pero baja el nivel de servicio y la
rentabilidad de los operadores.
Sin tomar en consideración la constitucionalidad o no de la medida, el
presidente Duhalde haría bien en informarle a su Gabinete que de ahora en
adelante usen economía antes de tomar sus resoluciones, y que busquen medidas
que no tengan tales efectos recesivos.
El problema asociado con la tarifa social aérea es fundamentalmente distinto
al problema asociado con las tarifas sociales que el Gobierno ha estado
promoviendo en servicios públicos como electricidad y gas. En los sectores de
distribución de electricidad y gas los inversores operan bajo marcos
regulatorios en los cuales los precios están sujetos a regulación de manera
tal que las tarifas cubran en forma esperada los costos, tanto operativos como
de expansión (esto, claro está, no se cumple desde el rompimiento de los
contratos). Por lo tanto, si el Gobierno determinase en momentos normales una
tarifa social para un sector específico, la diferencia entre el costo de
otorgar ese servicio y la tarifa social debería ser cubierta o por el Estado a
través de un subsidio directo, o por subsidios cruzados. Estos subsidios
cruzados se dan a través de un aumento en los precios a otros usuarios para
cubrir los costos de la tarifa social. Para que este aumento sea factible se
tiene que dar dos condiciones: primero, el operador tiene que tener un
monopolio, de manera tal que al aumentar los precios los usuarios no se vayan
a la competencia. Segundo, la demanda tiene que ser suficientemente inelástica,
de manera que al aumentar el precio para el sector no subsidiado, no haya una
baja importante en el consumo.
En la navegación aérea esas condiciones no se dan. A diferencia de los
sectores de gas y electricidad, las aerolíneas operan en un entorno
regulatorio competitivo. Los precios a los usuarios finales no están regulados.
Las decisiones sobre qué mercados cubrir y qué servicio brindar son tomadas
exclusivamente por las empresas. No hay un quid-pro-quo regulatorio, por el
que si una aerolínea cubre un mercado deficitario recibe en contrapartida un
mercado en monopolio –u oligopolio– que le compensa. Al menos en los mercados
de cabotaje existe libre entrada. Mientras los mercados deficitarios se
achican o se eliminan, los mercados redituables tienen expansión y nuevos
oferentes. Nuevos operadores entran y salen de mercados de acuerdo a la
rentabilidad de los mismos. Esta es la lógica cruel de los mercados. Cambios
en esta lógica nos están llevando a una década más atrás. Durante años
Aerolíneas y Austral se dividieron el mercado de cabotaje con precios
regulados y altos. La aeronavegación de cabotaje ha tenido un crecimiento
impresionante desde su desregulación hace una década con una baja continua en
los precios reales. Los pasos para atrás que este Gobierno está dando deben
revertirse urgentemente
DIA07 MES11 ANO2002 20021107 ANO02